Historia y evolución

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El núcleo edificado de Hostalric se estructura en un sitio claramente estratégico: cruzado por el camino Ral y al medio de la red de caminos catalanes medievales. Esta situación justifica el carácter fortificado del pueblo. La finalidad principal de la muralla era convertirse en un cinturón defensivo de la colina del castillo hasta el río en sentido longitudinal.

Los inicios de la muralla de Hostalric datan del s. XIV cuando la población ya disponía de varios servicios (iglesia parroquial, notaria, escribanía, mercado semanal…). La primera evidencia documental sobre las murallas de Hostalric es del 17 de enero de 1364 cuando se habla de obras y condicionamiento de los muros. De esto se deduce que su origen es anterior.

A finales del siglo XIV, el vizconde Bernardo IV, potenciando Hostalric como capital de gobierno del Vizcondado de Cabrera, ordenó también reformar y reforzar las defensas del pueblo con las murallas y torres que, en parte, forman parte actualmente de nuestro patrimonio monumental.

La introducción de la pólvora en el arte de la guerra a partir de la baja edad media comportó la modernización de los castillos medievales o bien la construcción de fortalezas adaptadas para hacer frente a esta nueva modalidad.

El castillo de Hostalric también se vio superado por esta nueva tecnología y, poco a poco, sus estructuras quedaron abandonadas. No fue hasta la segunda mitad del siglo XVII cuando se plantearon las primeras obras de fortificación de la fortaleza, enfocadas claramente a hacer frente a la pirobalística. Estas reformas se llevaron a cabo durante el siglo XVIII y supuso la desmilitarización de la vila y la muralla y sus edificios evolucionaron a casas residenciales. No obstante, estas no tenían las condiciones higiénicas y sanitarias mínimas (no fueron concebidas como tal) como consecuencia de la basura y las aguas residuales que se habían acumulado durante años, hecho que dio lugar a enfermedades infecciosas.

El 1873 se solicitó el primer permiso de edificación de balcones, ventanas y terrados. Esto permitía tener un terrado o, en algunos casos, una galería a la altura de la planta baja y un local justo debajo, a pie de carretera, que años después se destinarían a obradores, talleres y garajes.

El último permiso de construcción de terrado se otorgó en el 1943. La mayoría de estas edificaciones singulares, espacio de ocio de las familias y excelentes miradores, desaparecieron en el 2011 con la última intervención a las murallas.

En todo el núcleo antiguo se conservan muy pocos elementes arquitectónicos anteriores al siglo XIX, ya que los franceses arrasaron cuasi todo el pueblo en el 1809. En la calle Mayor aún se conservan las inscripciones militares de las antiguas casas (1854): “capitán”, “coronel”, “oficial” o “jefe”. En estas casas se alojaron temporalmente los oficiales de la guarnición de la fortaleza de Hostalric.

Con el objetivo de estructurar y uniformizar la muralla se inició un proceso de transformación que avanzaba hacia su reutilización como “pared utilitaria”: la muralla se convertiría en la fachada posterior de la línea de edificaciones del recinto. Este proceso se realizó entre finales de los 60 y principios de los 70 a cargo del arquitecto Bassegoda.

Las primeras actuaciones se centraron en la reparación de los parámetros exteriores de la muralla (limpieza, rejuntado de los muros de mampostería, reconstrucción de los brancales y arcos superiores de ladrillo de las aperturas de la muralla, desplazamiento a un plano más atrasado de barandillas y carpinterías de cierre, y el pintado de estas últimas a un tono rojizo) y la recuperación y mejora del acceso al paso de ronda que recorrer el coronamiento superior de la muralla (recogida y canalización de las aguas pluviales, adecuación paso itinerario turístico con la compra de una casa en ruinas que permite la comunicación física y visual entre la calle Major, el camino de ronda y el exterior de la muralla).

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