La provisión de agua ha estado siempre uno de los principales problemas para cualquier tipo de fortificación, sobretodo cuando no existe ninguna fuente en el interior. La única solución eran las cisternas.
Las aguas destinadas al consumo humano eran recogidas para las cubiertas de los tejados de los edificios. Para otros usos, por ejemplo, dar de beber a los caballos o enfriar los cañones, las aguas eran aprovechadas, siempre que era posible, de las presas de los viales o del foso.
El Castillo de Hostalric tenía cuatro cisternas. La única visitable se encuentra ubicada al terraplén del camino cubierto y almacenaba las aguas de la lluvia procedentes del foso. Tenía un acceso exclusivamente subterráneo y sus detalles constructivos indican que fue construida a cielo abierto, es decir, antes de la conclusión del camino cubierto. En la actualidad, las aguas pluviales la mantienen llena.
La cisterna se rellenaba de las aguas que se recogían del foso a través de un sistema de conducción de aguas que se encontraba en el interior de las paredes. Actualmente el agua que todavía se recoge en la cisterna, baja por las escaleras.